Según vamos estableciendo un hábito diario de meditar, gradualmente, comenzamos a experimentear un bienestar y una estabilidad mental y emocional. Gestionamos mejor la velocidad y las exigencias de la vida, permanecesmos menos distraídos, más presentes y como resultado de ello estamos más conectandos con nosotros mismos, habiendo un sentimiento de auto-cuidado y calidez interior.
Poco a poco y de manera natural, experimentamos una paz sencilla pero profunda en nuestro corazón. Tenemos la sensación de que aunque las dificultades sigan ahí, hemos descubierto un espacio personal donde podemos parar, soltar y conectar con nosotros mismos.
Este bienestar interior no es algo que fabriquemos deliberadamente, más bien es el resultado natural de conectar con el espacio natural de nuestra mente, un espacio pacífico pero para nada pasivo. Hay un sentimiento de volver a casa, sencillo pero vibrante y lleno de lucidez. Una atmósfera confianza y plenitud natural interior nos acompaña en la vida.
La meditación nos permite, gradualmente, reconectar con nosotros mismos. Esta forma de amarnos sanamente es lo que nos permite encontrar una paz genuina en nuestro corazón.
Artículo creado por Juan Brouilhet