Hola soy Juan y hoy me gustaría hablarte sobre un aspecto que debemos tener muy en cuenta, tanto en la práctica formal de la meditación como en su integración en la vida diaria. En esta ocasión nos vamos a centrar más en su integración.
Te invitamos a parar, de vez en cuando, y hacer pequeñas pausas en el día. Pueden ser simples micro-pausas, algunos pequeños instantes donde podamos, suavemente, mirar hacia dentro, observar cómo está nuestra mente, darnos permiso para soltar las preocupaciones, la actividad, la presión acumulada y, ahí, simplemente relajarnos espaciosamente.
Podrían ser simples paradas de 30 segundos, 1 minuto, no tendrían por qué durar mucho más. Estas pausas podríamos repetirlas varias veces a lo largo del día. Hay tantas oportunidades en nuestras largas jornadas para parar, mirar, soltar y relajarnos…. Sin embargo, nuestro hátito es transitar el día como un avión conducido por un piloto “automático”, lo que convierte nuestra actividad diaria en una carrera de obstáculos agotadora.
Primero, es crucial, identificar los momentos del día en que haremos estas pausas. Sino los identificas, posiblemente, la actividad frenética del día te arrastre sin recordarlos. Puedes empezar haciéndolo 4 o 5 veces y si te mantienes constante, al cabo, de una semana, tal vez ya lo ejercites más de 10 veces al día. Y al cabo de 1 mes a lo mejor, este nuevo y sano hábito, lo estés repitiendo a diario 30 veces o más. Finalmente, de forma natural, esta simplicidad de parar, mirar, soltar y relajarse se convertirá en parte de tu ser.
Si nos acostumbramos a parar, mirar, soltar y relajarnos, la forma de relacionarnos con nosotros y con nuestra vida se transformará, tendremos la sensación de volver a casa y el contento y la paz interior nos seguirán allá donde vayamos.
Que tengas un feliz día.